Criterios y Visión de la estimulación temprana







El desarrollo del niño en los primeros tres años de vida se caracteriza por su ritmo acelerado. En este período se perfecciona rápidamente la actividad de todos los órganos de los sentidos; en particular, las percepciones visuales y auditivas. Ya a los cinco o siete meses de vida, el niño es capaz de diferenciar los colores básicos y las formas, y después de cierto entrenamiento, los, los sonidos musicales.
Los procesos psíquicos y las actividades que se forman en el niño en edad temprana, son simples en comparación con los de los preescolares, pero muchas habilidades que de dominan en este período son importantes para toda la vida. De esta manera, si el niño domina a su debido tiempo la habilidad de caminar, la posibilidad de desplazarse activamente amplía su horizonte y perfecciona la percepción, permitiéndole contemplar un objeto desde distintos lados, y le facilita la comunicación con los adultos y otros niños.


La educación y el aprendizaje en la edad temprana se realizan, fundamentalmente, en el proceso del trabajo individual con los niños. En el segundo año de vida, se acostumbra al niño a jugar y entretenerse en pequeños grupos. Después de los tres años, se introducen formas frontales de actividad laboral, necesitándose como premisa para el desarrollo de una actividad recíproca entre el estimulador y el niño.


Los educadores que trabajan con los niños deben programar, no sólo las influencias dirigidas a impartir los conocimientos y a formar las representaciones, capacidades y habilidades, sino también la forma cómo el niño participará en éstos y cuáles movimientos realizará. Es necesario analizar los métodos de la actividad del pensamiento, y observar si el niño utiliza activamente aquellos conocimientos que le han sido impartidos, así como las habilidades que se han formado.

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